La tecnología ha revolucionado cada parte de nuestra vida diaria, prácticamente desde la forma en que nos comunicamos, pero también nuestras actividades diarias como lo puede ser el trabajo, el ocio y democracia o la interacción con nuestras autoridades de gobierno. Por lo que la democracia per se, no ha estado exenta de los cambios que ha ocasionado el avance de la tecnología.
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Hace apenas unos años el caso de Cambridge Analytica evidenció la influencia y riesgos a la privacidad de nuestra información que puede tener el uso que le damos a nuestras redes sociales, pero también evidenció la vulnerabilidad que puede tener nuestra democracia. Aunado a esta vulnerabilidad de la información, existe la polarización y la segmentación del debate público. Es conocido que las redes sociales en ocasiones son cajas de resonancia donde únicamente interactuamos y escuchamos aquellas personas con las que compartimos intereses, por lo que esta característica propia de los algoritmos termina polarizando a nuestra sociedad y permite que las campañas negras lleguen a aquellos grupos extremos con capacidad de agencia y movilización.
Un ejemplo de ello fue el asalto al Capitolio de Estados Unidos que tenía como intención no permitir la ratificación del triunfo del Presidente Joe Biden. Sin embargo, no todo es caos y peligro. Existe la frase del Ex- Presidente Theodore Roosevelt “Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia” y es que nuestras democracias deben avanzar y adaptarse a las nuevas tendencias tecnológicas, precisamente para cuidar nuestra libertad misma.
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La democracia del siglo XXI no puede seguir cómo la democracia del siglo XX, XIX, tiene que evolucionar de la mano de la sociedad. Y es justamente aquí, donde las y los políticos jóvenes tenemos que incidir para reglamentar, legislar y cuidar nuestra más grande conquista: votar y poder ser votados. Es precisamente aquí donde nace la propuesta de incorporar el voto electrónico, con el propósito de brindar certeza e instantaneidad en los resultados electorales, y así evitar la propagación de las famosas “Fake News”, que termina polarizando a nuestra sociedad.
Un sistema que probó su acierto en la reciente elección en Brasil, uno de los países que ya cuenta con este sistema desde hace algunos años, y que permitió tener resultados electorales unas horas después del cierre de las urnas. En México este 2024 tenemos elecciones presidenciales, aunque desde hace algunos años este sistema se ha estado probando en el país, este año se usará para casillas especiales en la Ciudad de México, la capital del país donde tenemos elecciones en todos los cargos estatales, y en el Estado de Nuevo León.
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Por último, existen otras propuestas para aumentar la participación ciudadana y la interacción con el gobierno como lo son la digitalización de trámites gubernamentales, puntos de acceso a internet en lugares remotos donde no cuentan con una buena infraestructura y acceso a este servicio, o plataformas que permiten la deliberación de proyectos comunitarios, o legislativos que permiten la conexión autoridad y ciudadanía.
Lejos de pensar que las redes sociales y la tecnología son barreras, tenemos que pensar cómo podemos utilizar estas herramientas para unir y construir puentes entre nuestra sociedad. ¡Cuidar nuestra democracia es tarea de todas y todos!
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